Te voy a contar una historia, cómo un economista vencía a la lotería, concretamente 12 veces e hizo una fortuna en los años 80 y 90.
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Cómo un economista vencía a la lotería
Se trata de un economista de Rumanía que logró millones de euros jugando a la lotería, concretamente ganó en 14 ocasiones.
En 1992 en Virginia se descubrió que un jugador había ganado el primer premio que era de 27 millones de euros, pero además también 6 segundos premios, 132 terceros premios o muchos premios menores.
Pero vayamos desde el principio, estamos en los años 60 y Stefan Mandel es un economista que malvive a duras penas pasando penurias económicas en su país que estaba bajo el yugo comunista. Ello le obligó a buscar alguna forma de ganar dinero de manera lícita y es cuando surgió la idea de la lotería, aunque ya sabemos las probabilidades matemáticas que hay de ganar.
Era un gran seguidor de Leonardo Fibonacci e y tenía la firme convicción de que si se dominan las matemáticas se puede ganar millones.
Llegó a la conclusión de que si la lotería tenía 49 números y se elegían 6, las estadísticas matemáticamente daban para ganar 1 posibilidad entre casi 14 millones, si escogía 15 números la posibilidad era mejor, claro, de 1 entre casi 2800. Con su método matemático basado en algoritmos era capaz de bajar las combinaciones de 5000 a menos de 600.
Stefan «reclutó a 4 viejos amigos y cada uno adquirió 228 boletos. Ganó dinero, sobornó a algunos funcionarios del Gobierno y salió de Rumanía dirección al Viejo Continente y tras varios años terminó en Australia para seguir jugando a la lotería pero esta vez con una metodología diferente.
Observó que en una lotería de 40 números en la que se han de elegir 6 de ellos tiene casi 4 millones de combinaciones. Si el premio era suculento y adquiría un boleto para cada combinación por 1 dólar cada uno, ganaría el premio seguro y tras el fisco y el gran gasto de inversión seguiriía teniendo un dinero interesante.
El problema que surgía era evidente:
- Había que conseguir mucho dinero como inversión para poder comprar tantísimos boletos.
- Cómo rellenar todos esos boletos, uno por uno, sería un trabajo enorme.
Lo que hizo fue tener a muchos inversores que pondrían el dinero y también confeccionar un sistema automatizado con ordenadores que se encargaba de los boletos. Ya tenía el dinero necesario para la inversión y el método para rellenar los boletos, evitando hacerlo a mano uno por uno y sin cometer fallos.
La siguiente fase consistía en tener paciencia hasta que hubiese un sorteo con un premio que mereciese la pena, concretamente que fuese el triple que el gasto necesario para invertir. De esta manera logró ganar más de 10 veces, incluso una de ellas con un premio superior al millón de euros en los años 80.
Pero no todo iba a ser tan «sencillo». En Australia cambiaron la legislación y desde ese momento era ilegal que una sola persona se hiciese con todas las combinaciones. Así que se gue a jugar a otras con premios superiores a los 10 millones de dólares cada una, concretamente en Estados Unidos había varias en diferentes estados.
Una de ellas sí permitía adquirir boletos sin límite alguno y tenían 44 números y no 54 como otras loterías, de manera que todas las combinaciones posibles eran de 7 millones y no de 25 millones.
Se hizo con 30 ordenadores y 16 personas que contrató para imprimir los boletos. Esperó a que hubiese un gran bote como premio. Eso llegó en 1992 con un bote de más de 15 millones de dólares. El tema de la logística era tremendo. Imprimir millones y millones de boletos relleno, llevarlos a las administraciones para jugarlos, llevar el dinero (1 dólar por cada boleto), etc.
Pero hubo un gran contratiempo de última hora. 700.000 combinaciones se quedaron fuera, de manera que tenía 6,3 millones de combinaciones frente a los 7 millones. Claro, eso ya no garantizaba ganar el premio tras hacer una enorme inversión económica y logística, ahora se dependía de la suerte, algo que precisamente es lo que siempre se pretendió evitar.
Pero la diosa fortuna hizo acto de presencia y Stefan ganó el bote del sorteo. En total, entre el primer premio y otros menores, más de 28 millones de dólares.
Pese a que el método de Stefan era legal, las administraciones de lotería se enfadaron y le denunciaron. De repente, tenía encima de su cabeza al FBI investigándole exhaustivamente. Finalmente no se le acusó de ningún delito.
En 1995 Stefan se declaró en quiebra. Años después se encargaba de dirigir planes de inversión y por uno de ellos tuvo problemas menores con la Justicia, pero al final todo se resolvió.
Actualmente, Stefan Mandel vive en su casa en una isla tropical en Vanuatu, frente a la costa de Australia y ya no juega a la lotería.
Tras su hazaña, 44 estados han variado la legislación y ahora es ilegal copiar el método de Mandel.